¿Propósitos Nuevos?

Algo habitual dentro de nuestra cultura moderna es reformular cada año las mismas propuestas, como un mantra que se entona a comienzos de una etapa de 300 y pico días. Como si eso fuera a resolver todos nuestros males.

Se ha convertido en la versión actual del confesionario de nuestros abuelos. Cada año hacemos balance de lo bueno y malo (ya lo decía Mecano); y cada año hacemos propósito de enmienda sobre nuestros errores. Nos damos el perdón y absolución de los pecados, excesos y defectos del año anterior; sin más juez y verdugo que nosotros mismos.

Y cada año volvemos a tropezar con ellos, como una versión nueva del castigo de Sísifo. Porque.. cuántos de esos propósitos se repiten año tras año? Es eso un fracaso declarado? Nos engañamos a nosotros mismos?

Tal vez sería momento de mirarnos al espejo y asumir que, por más propuestas que pongamos para votar a nuestra alma, el resultado seguirá siendo el mismo.

Dicen que para cambiar o crear un hábito se necesitan 21 días. Pienso yo que después de 21 años de intentos, ya va siendo hora de enfrentarse a la realidad: eso no lo vas a cambiar a estas alturas.

Que nos queda entonces? Quemar esa lista infinita de intentos para con el mundo y nosotros mismos? O ser realistas y asumir que el cambio surge de uno, de dentro, de tu yo interior más oscuro.

Porque todo cambio es dolor, y a todo el mundo no le gusta el dolor.